Se elaboran piezas textiles que históricamente se han utilizado para decorar y para la vestimenta gaucha como manteles, sábanas, servilletas, carpetas, tabaqueras, billeteras y pañuelos, conectándose a través de esta práctica con sus antepasadas del territorio: (es) “lo que nuestra abuela y nuestra madre hicieron con tanto amor y nos dejaron a nosotras”. Es una práctica cotidiana, íntima y solitaria, delimitada al espacio doméstico y que refleja un imaginario propio de las mujeres rurales del territorio, plasmando detalles de su entorno natural y cultural, como jardines, aves, mariposas, animales, mate, naipes de truco, etc.: “Yo voy al jardín, veo un pensamiento y digo: tengo que ver si tengo estos hilos de esos colores y como comienza a crecer el pensamiento”. Para las bordadoras es una forma de expresión a través de la cual comunican sus historias y opiniones. Los bordados se realizan a mano alzada, sin bastidor con diversidad de puntos a través de una hebra, diferenciándose del bordado español.
saber heredado de generaciones previas en el contexto familiar a través de la oralidad. En el último tiempo vecinas de Cochrane han comenzado a aprender o re-aprender el oficio a través de talleres dictados por las bordadoras para la comunidad. Entre ellas mantienen un estilo en común, pero con sellos personales o familiares ya sea en la puntada, colores o motivos, pudiendo identificar de dónde provienen los bordados con mirarlos. Se reconocen a aquellas bordadoras que son más antiguas en la comunidad, “las maestras”, oriundas y pertenecientes a familias pioneras. En general viven en sectores rurales con poca accesibilidad, lo que dificulta que se reúnan, a pesar de lo cual se han generado instancias que han permitido a nuevas mujeres de distintas edades continuar esta tradición.