Es una técnica artesanal de repostería de origen español, pero con producción de caña de azúcar e ingredientes locales, fabricada y comercializada en La Ligua. En el S. XIX se comercializaban los dulces en las estaciones de trenes mientras que desde el S. XX se comercializan en terminales de buses, carreteras y fábricas de dulces.
Se compone por un conjunto de expresiones culturales asociadas a la producción y venta de los dulces que agrupa a un grupo de personas y genera continuidad social en los habitantes de la comuna, fortaleciendo procesos locales de identificación y cohesión colectiva. La transmisión de los conocimientos específicos se da en torno a la figura del maestro y el aprendiz y se potencia al ser una actividad comercial que permite su profesionalización y la generación de un oficio.Esta tradición responde a la continuación en el tiempo de técnicas artesanales de elaboración de una forma de repostería específica, que sintetizó en sus orígenes conocimientos de repostería española emplazados en los primeros azucareros instalados en Chile durante la Colonia. La tradición integró en la última década del siglo XIX su comercialización en rutas de viaje asociadas al tren y durante el siglo XX las rutas camineras, período en el cual se asoció una forma de venta típica.En la actualidad, la tradición se expresa en tres casas de elaboración de dulces, todas ubicadas en el casco urbano de la ciudad de La Ligua (Casa Elba, Patricia y Teresa), que se caracterizan por la producción de manjar en ollas de cobre y el mayor gramaje asociado a cada uno de sus dulces. La comunidad también la integran el grupo de fábricas de dulces de la ligua asociados en un gremio de productores, característicos por utilizar un gramaje medio y la compra de manjar. Finalmente la comunidad también se compone por los vendedores de Dulces de la Ligua, cuyos dulces utilizan un gramaje menor, compran su manjar y se comercializan a un precio menor.