Soy organillera hace más de 30 años, ahora tengo 63. Llegué al oficio por casualidad, vivía con mi marido en un barrio en que había muchos organilleros, un vecino invitó al que entonces era mi marido para trabajar con ellos como chinchinero, le enseñaron y yo lo acompañaba, y por ahí entramos al oficio, luego de unos meses yo empecé a salir a trabajar sola, primero con un organillo a medias y luego pude arrendar. Al ver que compartíamos con la gente y todo, era como otra vida, otra cosa. Me gustó, era entretenido, además que yo en ese tiempo era muy tímida y vergonzosa. Entonces me ayudó igual a tener como más personalidad y a compartir más con la gente. Seguí dedicada el oficio incluso cuando la relación terminó, me las empecé a arreglar solita hasta que logré comprarme un organillo. Con el oficio he conocido hasta Talca por el sur y hasta La Serena por el norte, también tuve la oportunidad de viajar a México. Es un orgullo ser cultora, es un trabajo muy bonito, aparte de que uno tiene contacto con la gente, además es una forma de vida, le da el sustento.
CorporaciónCultural Organilleros de Chile reconocido THV 2013.