Ruth Jara llegó al bordado tras enviudar y dejar su oficio previo como alfarera en la Quebrada de Ulloa. Se integró a la agrupación de bordadoras durante un encuentro en el Jardín Infantil Manderscheid, donde encontró un espacio de contención comunitaria y un oficio que le permitió reconstruir su vida.
Con 38 años de trayectoria, ha plasmado en sus paños escenas rurales como trillas, huertos, bosques, animales y labores del campo, recuperando recuerdos íntimos de su vida campesina. Ha transmitido sus conocimientos a nuevas integrantes —especialmente jóvenes y mujeres que buscan aprender el oficio— participando activamente en actividades educativas, talleres y demostraciones organizadas por la agrupación.
Para ella, bordar significa pertenecer a una comunidad, mantenerse activa y preservar una tradición que le entrega propósito, acompañamiento y un vínculo profundo con su historia familiar y territorial.
Ruth es reconocida por su constancia y compromiso. Ha sido una de las bordadoras más presentes en ferias, encuentros y exposiciones, espacios vitales para difundir el patrimonio de Copiulemu.
Gracias a su responsabilidad y presencia permanente, ha contribuido al posicionamiento del bordado a nivel local y regional, acercándolo tanto a turistas como a comunidades rurales que valoran su obra. Su rol dentro de la agrupación ha sido sostener la participación comunitaria, representar al colectivo y transmitir con humildad los conocimientos que ha acumulado durante casi cuatro décadas.