Don José Lepio, de 52 años, aprendió el oficio de carpintero de ribera siendo navegante a los 20 años. Recuerda: “Le sacaba detalles a las embarcaciones mientras navegaba”. Sin embargo, su interés por este arte nació en su infancia, cuando solía observar con admiración a los maestros de ribera. “Los pasaba a mirar para ver cómo manejaban la madera”, comenta. Desde entonces, admira profundamente a esa gente que realizaba trabajos prolijos y bien terminados.
Su ascendencia es chilota, y si bien, sabe que en su familia paterna habían carpinteros de ribera altamente calificados, no llegó a conocerlos personalmente. Fue don Rubén Mancilla, oriundo de Puerto Aguirre —su localidad natal— quien le enseñó el oficio, y a quien considera “un verdadero artesano” por la calidad de su trabajo. Don Rubén también formó a Hugo Soto que ahora vive en Calbuco; gran amigo y pariente de don José, con quien trabajó estrechamente durante varios años. Recuerda que Hugo, fue su mejor colega y valoraba especialmente su minuciosidad y habilidad para clasificar la madera, en particular el ciprés.
Don José ha trabajado en diversas actividades de manera simultánea: Carpintería de Ribera, navegación, pesca y extracción de recursos marinos. Entre los años 2000 y 2005, comenzó a diseñar y construir pequeñas cabinas, a partir de las cuales desarrolló plantillas que aún hoy son utilizadas para botes pequeños por otros constructores.
Releva que desde joven fue amante de las materialidades de metal, siendo en Puerto Aysén el primero que forró una embarcación de madera completamente en fierro.
La primera embarcación que mandó a construir se llamó “La Marola”, nombre propuesto por su madre. Fue construida por don Miguel Villarroel, de Puerto Aguirre, quien actualmente vive en Puerto Chacabuco y también pertenece al Sindicato de Trabajadores Independientes Carpinteros de Ribera de Puerto Aysén, al igual que él.
Actualmente construye embarcaciones de 8 a 9 metros de largo, innovando constantemente en el diseño para mejorar su resistencia. También realiza reparaciones estructurales importantes, como el cambio de cuadernas —piezas estructurales de 5x5 pulgadas de espesor— y tablones de 5x10 pulgadas, que compra en aserraderos, aunque en sus inicios él mismo los fabricaba con motosierra, utilizando madera extraída directamente del bosque.
Le ha transmitido sus conocimientos a todas las personas con las que ha trabajado, fuera de la familia, pues su hija y nietos no se han vinculado directamente. Señala que “tiene hasta sus seguidores” y le gusta escuchar a las personas que comparten buenas ideas.
A lo largo de su vida ha conocido y compartido con numerosos maestros carpinteros de embarcaciones menores, a quienes recuerda con aprecio, entre ellos: Juan Villarroel, conocido como "Pulguita"; Rubén Mancilla, su amigo, apodado "Huillincana"; Juan Guenten, conocido como "Juan Diablo"; y otros como Miguel Villarroel, Julio Barrientos, Samuel Cárdenas, Hugo Soto, su primo Juan Lepio y muchos más en la región.
Ya establecido en Aysén, conoció a su amigo José Barrientos, apodado por los coterráneos como “patita de loro”, a quién admira tanto por su labor como carpintero como por su liderazgo como presidente del Sindicato de Trabajadores Independientes Carpinteros de Ribera de Puerto Aysén.
En cuanto a su trayectoria, don José enfatiza que proviene de familia de carpinteros de ribera y es oriundo de Puerto Aguirre, específicamente de la isla Las Huichas. Además, destaca que ha conocido casi todo el archipiélago de Los Chonos en busca de nuevas zonas de pesca. Se inició buceando, en la pesca artesanal y después se hizo una embarcación para seguir extrayendo productos del mar. Fue también armador, es decir, tenía gente a cargo; y proveedor para embarcaciones, entregando insumos a empresas.
Don José valora profundamente el oficio de la Carpintería de Ribera. Aprecia especialmente la astucia, dedicación y el espíritu de los maestros, por quienes siente un profundo respeto. Admira a los cultores de la región —de lugares como Melinka, Quellón, Dalcahue y Calbuco— y destaca la humildad con la que muchos de ellos han compartido sus conocimientos, enseñanzas que él asimismo procura transmitir, no siendo indiferente cuando cree que “están haciendo algo mal”. Ha disfrutado plenamente de su trayectoria y siente orgullo por su aporte al Patrimonio Cultural de su región.
Don José Lepio ha desempeñado un papel multifacético en la Carpintería de Ribera, destacándose tanto en la construcción como en la mecánica naval. Se ha especializado en la instalación de motores propulsores y generadores, asegurando el funcionamiento de las embarcaciones. Realiza alineaciones de motores y, en plena navegación, instala arcos de izaje con tecles y cadenas para levantarlos, lo que demuestra su conocimiento técnico y adaptabilidad.
Comenzó instalando motores pequeños y con el tiempo llegó a trabajar con equipos de hasta 500 HP (de más de una tonelada), labor que realiza de forma individual, lo que implica un alto riesgo. Por ello, diseña e implementa estructuras seguras, ajustando los espesores de los materiales metálicos para garantizar la estabilidad durante el proceso.
Además, ha desarrollado técnicas de impermeabilización de embarcaciones de madera utilizando metales de hierro, siendo pionero en este tipo de soluciones en Puerto Aysén.
Sin embargo, señala que el oficio de carpintero de ribera enfrenta serias dificultades debido a los tiempos rápidos que imponen los armadores y las condiciones climáticas adversas (lluvia, nieve, viento y bajas temperaturas) y la falta de infraestructura adecuada como galpones. Estas condiciones también afectan los trabajos con metal, pintura y fibra, que requieren temperaturas controladas y baja humedad.
Don José, comenta que en el varadero del Sindicato ya han construido una losa para establecer un espacio de trabajo más digno y funcional. Menciona que pretenden “trabajar algún día bien”, no obstante, aún falta equipamiento clave como un carro con huinche y un galpón; elementos que considera fundamentales para la continuidad y salvaguarda de la Carpintería de Ribera en la zona.