A 17 kilómetros de Cauquenes –en la región del Maule– se ubica la aldea de Pilén, un lugar verde y agreste, en donde la ruralidad es su sello y parece haberse detenido el tiempo. Aquí se encuentran las Loceras de Pilén, mujeres abnegadas y sacrificadas, que con sus manos y su trabajo cotidiano acuden a la montaña en busca de la greda, la preparan, la moldean, le dan forma, la cuecen y la bruñen, manteniendo viva una de las más hermosas tradiciones de la alfarería. Su conocimiento y destreza en torno al diseño y calidad alfarera se ha convertido incluso en un ámbito de interés turístico, dada la riqueza social de su cultura popular, su patrón de género y sello único, con influencias mapuche e hispánica.

Es en este entorno campesino, donde el trabajo de la greda se constituye en una actividad femenina, propia de un patrón de género. Este régimen está basado en la descendencia matrilineal, de desarrollo exclusivo de las mujeres de la localidad, las cuales mantienen una jerarquía basada en la edad, experticia y prestigio social. El mantenimiento de esta práctica cultural ancestral, ha sido posible a través del proceso de socialización y transmisión, en que los hombres como espectadores participantes, aprenden desde niños a respetar y valorar.

La cultura locera aparece como uno de los principales atractivos de creación con valor turístico de la zona, más que nada por la riqueza social de su cultura popular, su patrón de género y sello único, así como también la calidad y diseño de su alfarería, la cual conserva el carácter hibrido –instrumental y simbólico– del proceso de transculturación entre la cultura mapuche e hispana.

Día a día, las loceras elaboran ollas, cántaros, platos, pailas de greda, de color rojo y negro. Una vez terminado el trabajo, los miércoles y sábados, de madrugada, las loceras toman la micro (bus) rural que las conduce de Pilén a la feria Cauquenes para vender la loza. En ellas se funden los conocimientos de sus mayores, y de los mayores de sus mayores, herederas de un oficio que se niega a morir, y del que son sus mejores guardianas.

“Desde que se empezó este trabajo de la greda, como la trabajamos nosotros ahora, tendrá unos 150 o 200 años, aquí trabajaron las más antiguas, las que ya ni siquiera las nombran, las abuelas y bisabuelas de nosotros...” (Juana Parra).

“Se hace todo a mano, no se ocupa el torno, es todo a mano, de principio a fin. Se le da forma a la loza, a mano, y después así se va trabajando” (Delfina Aguilera).

Reconocimiento Tesoros Humanos Vivos 2012


Obtienen el Reconocimiento Tesoros Humano vivo por mantener una tradición alfarera, representante de una cultura productiva y reproductiva local, que manifiesta los valores de la vida campesina.

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