Baile Chino N° 5 San Isidro de La Pampa
La Serena, Coquimbo

El nombre del baile nace en honor a la Parroquia del mismo nombre y del santo campesino. El número promedio del grupo son 30 personas. El Baile está compuesto por varones. Tienen como 10 mudanzas mínimo.

A continuación un extracto de lo escrito en el libro “Será hasta la vuelta de año” (Rafael Contreras Mühlenbrock y Daniel González Hernández, pag 325-342, 2014).

Sobre el Baile Chino no 5 San Isidro son escasas las referencias documentales que hemos podido reunir acerca de su historia. La primera evidencia sobre su origen la encontramos en el propio estandarte, que muestra como fecha de fundación el año 1822 y aunque esta data coincide con el periodo de mayor auge en la organización de bailes chinos en la zona, no podemos asegurar que este haya sido el año de constitución del baile, puesto que no hemos encontrado ninguna otra referencia o fuentes que refrende este dato. La duda nos asalta cuando vemos que en el Libro de informes de Laureano Barrera, escrito en 1895, se consigna la existencia de dos bailes chinos en La Serena. Uno de ellos era comandado por Estevan Carrasco y tendría 29 años de servicio y 50 integrantes. En este caso, dicho baile sería de 1866, aproximadamente. El otro baile, con 28 chinos, estaba liderado por José Jesús Álvarez y contaba apenas siete años de servicio, de modo que, de acuerdo a los registros de don Laureano, este baile se habría constituido en Andacollo alrededor de 1888. Considerando las fechas de fundación, ninguno de estos casos coincide con el Baile Chino no 5 de San Isidro. Ponderando esta información podríamos suponer que Barrera dejó sin consignar un tercer y más antiguo baile chino: el de San Isidro. Pero si Barrera consigna un baile con siete años de antigüedad y otro de 29 años, mayores motivos tendría para consignar uno con 73 años de servicio. Por lo tanto, es más atendible pensar que el Baile Chino no 5 de San Isidro haya sido fundado después de 1822.

En la primera parte de este libro ya advertíamos los problemas propios de emprender tareas históricas apoyadas en testimonios y evidencias circunstanciales. Los datos paradojales son frecuentes y las afirmaciones, provisorias. Consideremos ahora el libro Voz de las danzas de Andacollo. Libro notable de discursos y loas de los bailes y danzas de la Virgen, publicado en 1949 por el padre Principio Albás, donde transcribe un canto de 1903 tomado de un tal Pedro Antonio Álvarez y que transcribimos más adelante. Este Pedro Antonio fue un antecesor de la misma familia Álvarez que actualmente dirige el baile y que ha participado en él durante generaciones. Teniendo presente la persistencia de este linaje en el baile, nos inclinamos a pensar que esta hermandad es la misma que hacia fines del siglo XIX dirigiera dicho José Jesús Álvarez, aunque aún no hayamos podido esclarecer cuál fue la fecha exacta de fundación. No obstante nuestro permanente interés por dilucidar estos temas, no son más los documentos de que disponemos para dar cuenta del trayecto histórico de este baile, motivo por el cual hemos debido recurrir al testimonio y la memoria colectiva.

Volvamos entonces con nuestro entrevistado. Desde muy pequeño, don Luis fue entregado en promesa al Baile Chino no 5 San Isidro de la Pampa, promesa que fue motivada no solo por una convicción de fe y fuerza espiritual que motivaba a la familia, también aquí operaban motivaciones sociales que articulaban un contexto de relaciones interpersonales, donde ser chino era parte del itinerario de la vida familiar, productiva y ritual del mundo rural y popular.242 Ofrecer en promesa a don Luis en edad temprana, fue una decisión potenciada por el vínculo existente con don Agapito Díaz, un antiguo e importante chino de La Pampa. El niño Luis es- taba emparentado con Don Agapito mediante una tía. Don Agapito era también el abuelo de la señora Marta Veas, quien más tarde sería la esposa de don Luis. Este caso ilustra con claridad el grado de relaciones y compromisos sociales y parentales dominantes al interior de un baile chino, situación que perdura con bastante solidez al interior de los bailes de mayor prestigio hasta el día de hoy:
Yo ingresé al Baile de San Isidro a la edad de diez años, por influencia de un abuelito de la Marta, que se llamaba Agapito Díaz. Él me llevó por primera vez a Andacollo y gracias a él quedé trabajando con él y me tomó mucho cariño. También porque nosotros éramos mucha familia y las circunstancias de mis padres eran malas, era complicado, entonces yo tenía que trabajar para ayudar en la casa, así que me puse a trabajar con él. Él me fue guiando, me dijo: «Si yo mañana o pasado me voy a descansar, quiero que tú sigas con la devoción, que nunca la dejes» [...] Él era puntero del baile de San Isidro. Mi padre era bailarín también pero de los terceros o los cuartos, mi papá se llamaba Enrique Campusano...

A diferencia de lo que indican los documentos revisados, don Luis recuerda así la historia del baile y su origen:

“En 1790 se formó el Baile de San Isidro por una Colonia española, ellos eran dueños de donde está la iglesia ahora, toda esa parte para allá, donde está una población ahora. Ellos eran dueños de toda esa propiedad, parcelas, eso es La Pampa. Dejaron cuatro personas que administran y después dejaron regalado para el baile esas tierras, para que ensayaran los chinos e hicieran sus casas. Yo no me recuerdo de los nombres de los primeros, pero los que quedaron a cargo fueron Doña María Segovia y la mamá del Lucho, la Señora Rula Rojas, y dos personas más, ellos quedaron a cargo cuando fundaron el baile, los papás y abuelos de ellos fueron los fundadores.

Los bailes religiosos son entidades dinámicas que atienden no solo necesidades de orden espiritual y devocional. A su interior estos bailes han tenido jefaturas que han marcado tendencias y estilos de participación; diversas familias que las cuales algunas han prevalecido sobre otras; conflictos que han derivado es escisiones, fragmentaciones y organización de nuevos bailes. Todos estos vaivenes se pueden advertir en el testimonio de don Luis:

Yo tuve la gran dicha de conocer a todos los jefes que tuvo acá el San Isidro, desde 1943. El primero era un caballero grande, Héctor Rivera, tremendo hombre. Después vino don Juan Parra. Yo entré al baile el [año] cuarenta y tres, ahí estaba Héctor Rivera. Después estaba Juan Parra como hasta el [año] cincuenta y tres. Ellos renunciaron: se habían hecho dos ensayos y faltaba el ensayo general y estos jefes se fueron a ver el partido [de fútbol] y dejaron al jefe segundo, don Antonio Cortés... Y no llegaron los jefes. Los Parra eran una familia grande dentro del baile, eran cuatro hijos y dos hermanos de él, y a la vez eran poderosos, porque tenían la mayor parte del vestuario, los tambores, flautas, ellos prestaban todas las cosas y después se llevaban las cosas. Incluso tenían camión y se llevaban a la gente a la fiesta, gratis. También se conseguían alojamiento allá en Andacollo, con la estadía pagada. Eran los más poderosos, eran los que tenían más plata. En todos los bailes había una familia poderosa, igual que mi tío con su baile.243 Esos eran los jefes del baile, se les consideraba como los dueños del baile [...] Lo que pasa es lo siguiente: los Parra se fueron, eso fue como en los finales de los [años] cuarenta. Se fueron los Parra y quedó el segundo jefe, él se llamaba Antonio Cortés. Él se va pa’l norte a saludar unos hijos que tenía por allá, justo en los preparativos de los ensayos, y no alcanza a llegar al ensayo general y esos señores, todos jóvenes, vienen y lo derrocan a don Antonio. Cuando él llega le dicen: «Señor, usté no tiene cabida aquí». Cuando llegué allá, esos fulanos llegaron y echaron la puerta abajo de don Antonio, que vivía en San Juan. Le sacaron todos los instrumentos. Cuando llegó el hombre, le dijeron, «Ya, usté está fuera del baile». Los Parra se llevaron casi todos los instrumentos, dejaron algunos pocos eso sí. Yo, gracias a Dios, yo siempre he tenido mi ropa, mis cosas propias. En esa oportunidad unos pocos se fueron vestidos, y los otros de civil nomás, a Andacollo. Pura juventud, todos los que le nombraba, solo yo tenía ropita ahí. Cuando se fueron los Parra, ya quedamos nosotros adentro del baile, nosotros con los cabros, quedamos al frente. Yo entré junto con el Tata, con Enrique Cortés y Luis Cortés, que pasó a ser compadre mío, eran como primos míos. René Barraza, Gilberto Morales. Quedamos nosotros los chicos, los viejos se jubilaron casi todos. Los jefes antiguos eran muy rectos, muy serios, claro que mandones y autónomos. Usted no podía decirle ni una cosa, darle opinión, nada, porque ellos se consideraban dueños del baile. Ellos decían: «mi baile». Uno no podía decirle nada, ellos lo que decían se hacía. Nada de asambleas, no es como hoy día, hoy día los jefes le toman la opinión a la asamblea y esas cosas. Ellos antes decían, «el domingo tenemos que ensayar» y listo. «Aaah, no, que yo no puedo», no se podía hacer eso, [porque] ellos tomaban notas y era complicado. Para integrar una institución había que pasar por una pila de conductos regulares: había que ser bautizado, tener la primera comunión, confirmado, casado por las dos leyes, que no tuvieran ningún conflicto con la justicia... Era complicado porque era mucha la gente que llegaba a los bailes. No como hoy día que usted anda rogando [a las personas] para que entren [al baile]. En esa época no, uno se regodeaba con los integrantes. Entonces ellos pasaban aprobando, viendo si estaban de acuerdo o no, entre ellos mismos, el primero y el segundo. Eran autónomos, lo que decían se hacía nomás. No es como hoy día...”

Las vicisitudes del Baile Chino San Isidro de La Pampa, relata- das por don Luis, grafican parte de las dinámicas de conflicto interno de muchas organizaciones. Los bailes chinos no han estado ajenos a este devenir. Es más, el conflicto interno siempre ha tenido una presencia significativa en la orgánica y génesis del baile chino. En efecto, las divisiones producidas al interior de las hermandades por lo general provoca dos tipos de consecuencia: por una parte, disminuye en forma significativa la cantidad de integrantes y, por otro lado, motiva y facilita la multiplicación de bailes. Este es el caso del baile de San Isidro, de cuyo seno últimamente se han originado dos nuevos bailes. El primero de ellos es el baile de Padre Hurtado, conformado fundamentalmente por la familia de don Luis Cortés, quien por muchas décadas fuera jefe del Baile Chino San Isidro hasta comienzos de la década de 1990. El otro es el Baile Chino de Salala, el que fue formado principalmente por las familias Muñoz y Campusano, en el año 2004.

  • Identificador SIGPA: CC1085
  • Fecha de registro: 02-01-2014
  • Tipo: Cultor colectivo
  • Composición: Masculino
  • Comuna: La Serena
  • Region: Coquimbo
Ubicacion
Fotografías