Yaqueline Pilquiman es de Cañete, región del Biobío. En el marco de la investigación realizada entre 2018 y 2019, se extraen citas biográficas sobre su historia como tejedora.
“Aprendí, yo creo, a los 5 ó 6 años. Yo nací viendo el telar en la casa, de hecho mi mamá decía “si no hay telar en casa, no es casa”. En la casa siempre hubo telar, de hecho fue lo primero que me enseñó, que la mujer tenía que tejer el telar, aunque de repente me quedaba malo, teniendo harto tejido, me hacía sacar el telar para aprenderlo bien. Y el trarikan aprendí sola, porque quería aprender, sentía la necesidad de saber también, porque es parte del telar, entonces lo aprendí sola.

El telar desde siempre, y el trarikan, hace como 10 años atrás quise aprender cómo era, más de 10 años, porque hice una manta donde… 20 años debe ser, más menos… De ahí en adelante, fui innovando, porque es difícil encontrar la ñocha, yo innové con otros acrílicos que igual me resultó, queda bien el teñido, que fue amarrarlos solo con bolsas y las bolsas mientras más se calienta más se aprieta, entonces no pasa la tintura, de hecho igual hice varios trabajos así. Seguimos en eso, yo ahora tejo, le enseño a mi hija mayor, la menor aún no, por la falta de tiempo, los colegios hoy son jornada completa, es difícil llegar a la casa y enseñarles nuevamente, los tiempos son muy cortos para enseñar, porque es un proceso difícil de hacer, de tejer un telar, de armar un telar.
He enseñado en Cañete, tanto a hombres como mujeres, jóvenes y adultos. Lo di como hace 15 años atrás, no he vuelto a enseñar el trarikan. El tema del telar sí, he capacitado a más personas, de hecho hay cursos Sence en los que yo capacité a varias mujeres.
Muy importante porque las lamien, las ñañas que saben ya no están trabajando mucho. Que se pierda esta técnica no sería bueno para nosotros como mapuche, porque somos mujeres, tenemos que enseñar y tenemos que seguir aprendiendo”.

Yacqueline es una tejedora joven, que posee mucho conocimiento sobre su cultura, más allá de la práctica textil.
Desempeña diversos roles en la sociedad: como cultora, porta, reproduce y transmite sus saberes a su familia, así como también mediante talleres, tanto a hombres como mujeres, jóvenes y adultos.
Manifiesta su preocupación y sentido de responsabilidad por la pérdida de muchas costumbres y tradiciones de su pueblo, asumiendo que como madre y como mapuche poseen un rol fundamental para la continuidad de las prácticas, usanzas y hábitos de su pueblo.