Rosa Cheuquelao es de Elicura en Cañete, región del Biobío. En el marco de la investigación realizada entre 2018 y 2019, se extraen citas biográficas sobre su historia como tejedora.

“Yo aprendí de adulta, con capacitaciones con Jacqueline Pilquiman, ahí me enseñaron, tenía cerca de 40 años. Yo de niña, vi a mi abuela hilar solamente. Yo de niña, tenía una obsesión con las mantas y, en mi casa, mi abuela le regaló a mi mamá, cuando se casó, unos ponchos, que son las frazadas y todavía están. Yo las miraba y decía: “¿Cómo se harán?”, hasta que tuve la oportunidad y empecé a tejer. Me encanta, como le decía, hacer diseños y lo que tiene la técnica del trarikan, es doble y triple trabajo, entonces uno lo hace a veces. La ñocha no está y tiene que amarrarla firme y la fuerza de las manos mías no es igual a la de las personas que aprendieron de niña, porque yo igual estuve con la Dominica (Quilapi) y me enseñó otra técnica del peinecillo, yo le dije que “se nota al tiro donde tú tejiste y donde tejo yo”, porque ella lo hace bien apretadito y el mío queda más suelto.

Lo primero que hice fue un paño con trarikan, me enseñaron a hacer solamente las amarras y, después en la casa, lo teñí, lo puse de nuevo en el telar y lo tejí, me quedó medio desviado, pero lo hice. Como esto es un negocio igual lo que más vendo son los cintillos, esos siempre los tengo que tener, porque en un momento yo le puse identidad a mis cintillos y les puse Elicura. Entonces cuando vienen los extranjeros, sobre todo, se llevan esos, porque tienen nombre del lugar. Tengo llaveros, hasta frazadas.

Le enseñé a una sobrina que no es de aquí. Ella me pidió que le enseñara, porque hay cosas que no sirve decirle: “ya, tú aprende”, porque no todos quieren hacer eso, la vida de hoy es consumismo, conseguirse el dinero como sea y comprar no más, entonces no todos están dispuestos a estar trabajando”.

Rosa cumple el rol de portadora y reproductora del conocimiento que adquirió siendo adulta, lo cual se refleja en su producción textil permanente.
Como muchas de las tejedoras que participan del estudio, forma parte de una agrupación de artesanos en su comunidad, lo que implica cumplir un rol de organización y gestión que beneficie a todos los miembros de ésta.