Don Raúl Cárdenas, hijo de inmigrantes chilotes y actualmente estanciero en Villa Cerro Castillo, ha dedicado más de sesenta años de su vida a la actividad campestre en la Patagonia Chilena. Se crio ligado a la dura vida en la Patagonia, donde aprendió todos los oficios que realizaban los trabajadores y gauchos de la zona para la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego. De dichos oficios (esquilador, alambrador, ovejero, puestero, campañista, etc.), el que desempeñó mayormente fue el de amansador de caballos, gracia que hasta el día de hoy domina con destreza, logrando hacer que hasta la más presumida bestia salvaje logre ceder ante su lazo y ser montada por el jinete.

En ese ámbito, Don Raúl presume de haber sido no solo buen domador sino que también un experimentado jinete que, pese a ser arrojado de la silla (porque según él, hasta los mejores jinetes han sido derribados alguna vez por un caballo), tenía el coraje de volver a montar a la bestia. Es así que en su trayectoria como jinete, ha obtenido numerosos reconocimientos por su destreza montando caballos.

Junto con la labor como jinete y amansador de caballos, otro de sus ámbitos importantes es la tradición que ha cultivado como ovejero, traspasándola y heredándola a sus hijos, familiares y nietos. También se ha desempañado en las faenas de arriero, esquilador y campañista. Por lo que, en resumidas cuentas, su vida, su historia, su mundo y todo su universo han estado arraigados a la historia y tradición ganadero-campesina de la Patagonia, donde hoy, con casi ocho décadas en el cuerpo, se ha convertido en el testimonio de una forma y una cultura de vida, que ha sido parte fundacional de las costumbres y la cultura magallánica.