Olga Jeannette Aldauc Barrientos
Río Ibáñez, Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo

Antecedentes biográficos: Olga Aldauc Barrientos, nace un seis de mayo de 1965, en la ciudad de Coyhaique. Los abuelos maternos de Olga, son pioneros en Bahía Murta, su abuela es Argentina y su abuelo es de proveniencia chilota. Este matrimonio llega en busca de campo al sector del Río El Engaño, lugar donde se radicarían como familia teniendo once hijos, que en la actualidad muchos han muerto y algunos aún se hacen cargo del campo. "Mi mamá es de acá (Bahía Murta), mis abuelos son de acá, yo soy de acá, nací en Coyhaique como todos los murtinos, los hacen acá y nacemos en Coyhaique (risas). Y bueno, hace cuatro años me separé en Argentina y decidí volver, tengo cuatro hijos y dos nietos". (O. A.). "Mis abuelos me dan orgullo, figuran en los libros de los pioneros de acá de la región, si bien mi abuela es Argentina y mi abuelo es Chilote y se ve que, bueno como antiguamente no existía esto de las fronteras y la Patagonia sobre todo, como que no había frontera, hay tantos chilenos allá como gente Argentina acá, así que una vida así de rural (…) ellos llegaron al sector El Engaño que suponte cuando tu vas a Tranquilo, hay un puente que se llama El Engaño, el río que viene, bueno toda esa parte que viene así para el fondo, es el campo de mis abuelos (…) ahora están mis tíos (…) tengo una tía que aún vive en el mismo lugar casi, ella se dedica al turismo rural, también tejen, hacen ese tipo de cosas". (O. A.). Su madre, hija de sus abuelos de Bahía Murta, se casó con un turco, con quien se trasladaría a vivir a Argentina, cuando Olga tenía tan sólo dos años de vida, por lo que desde su niñez Olga vivió en el vecino país, donde siempre fue residente permanente, pero nunca se hizo ciudadana, como nos explica ella a continuación: "Cuando chica una sufre la discriminación y ese tipo de cosas, entonces cuando yo fui grande dije no, o sea si te discriminaron cuando eras chica en la escuela y todo ese tipo de cosas (…) claro porque allá el chileno no es chileno, chilote y cuando uno a veces es chico escucha estos chilotes de mierda, con el perdón de la expresión, entonces vos decís no, cuando sea grande, porque voy a darles un habitante más, no (…) en realidad no me molesta, pero sí la manera porque yo decir que mi abuelo es chilote o sea es mi abuelo, no veo por qué, pero allá si se sufre eso (…) sobre todo en la escuela cuando uno es chico (…) así que nunca me hice ciudadana Argentina". (O. A.). Vivió en Argentina hasta los cuarenta y cinco años, estudio técnico aduanero pero nunca ejerció su profesión. Trabajo gran parte de su vida en administración, pero no perdió la relación con la tierra. Tenía un terreno en las afueras de Comodoro, donde sembraba sus papas, ajos, cebollas, frutillas, tomates y planto, con mucha paciencia y esfuerzo único, alrededor de 150 árboles. "Esa parte de campo que tenía adentro mío, así que ahí como que tenía mi rincón de campo". (O. A.) En Argentina se casó, tuvo cuatro hijos, la mayor tiene 29 años, tiene dos nietos a quienes siempre trato de inculcar lo natural y con quienes tiene la posibilidad de comunicarse frecuentemente a través de internet, teniendo en cuenta la escasa conectividad existente en la región de Aysén. "Por ejemplo cuando íbamos a la playa con mis cuatro niños, lo primero que hacíamos era llevar una bolsa y juntar todo lo que este cochinito todo por ahí y después recién poner la lona y pasarlo lindo, pero primero mantener el espacio limpio, porque todos mis hijos son scout". (O. A.). Con el tiempo, se dio la oportunidad de volver a vivir a Chile y específicamente volver a Bahía Murta, donde con mucho esfuerzo logró ahorrar, para poder comprarse un terreno en el pueblo y radicarse definitivamente, llevando a cabo un cambio profundo en su vida, en busca de la paz que le genera vivir en Bahía Murta. Aunque su esposo no quiso cambiar su vida en la ciudad por la de la ruralidad en la Patagonia chilena, decidió venirse sola, con la idea de envejecer y morir en su nuevo hogar. "Volví hace tres años, o sea si bien iba y venía cuando era más grande ya uno adulto se maneja, venía una o dos veces al año y después dije pucha, cuanto sale tener una casa acá y me dieron los valores y yo dije bueno si me esfuerzo y puedo llegar a juntar esa plata y sí, me esforcé y junte la plata y me compré esta casita que era como un ranchito, como feo pero daba no se que, bueno tenía un cerco de alambre todo caído, pero cuando uno tiene esa visión de futuro como quien dice, digo bueno si lo arreglo, si lo voy encachando un poco, no importa porque uno lo puede ir mejorando". (O. A.). En la actualidad encontró una pareja que la acompaña en su nueva vida y apoya en sus innovadoras ideas. Antecedentes de la especialidad o práctica: Contexto: Artesanía En Cuero Y Tejido A Telar Según Galindo (2004), el comportamiento folclórico de los sogueros (arte en cuero) y tejedoras de la región de Aysén, es particular en sus técnicas tradicionales, aprendidas de manera pragmática, transmitida de padre a hijo en el caso de los sogueros en cuero y de madre a hija en el caso de los trabajos en lana. Este arte folclórico se realiza principalmente con una finalidad utilitaria, funcional, para el uso personal o familiar y como plantea el autor, no tiene pretensiones artísticas, pero en el caso de los artesanos en cuero y lana sí tiene pretensiones comerciales. "(…) Los campesinos de Aysén continental (…) desarrollan la confección de aperos para la cabalgadura y para dominar al ganado, y sus mujeres, tejen en el telar los ponchos, frazadas y peleras, que forman parte también de sus aperos e indumentaria (…)" (Galindo, 2004, p.70) Según Naranjo y Mekis (2011) las mujeres dedicadas al oficio del telar hacen especial hincapié en la dificultad de adaptarse al clima y naturaleza de la zona. Donde el aislamiento y escasez de todo tipo de cosas generaba, y podríamos decir que genera la exigencia del ingenio, el hacer mucho con poco, con lo que se tenga a mano, para la satisfacción de las necesidades básicas. “(…) Esta situación dará inicio a una incipiente industria artesanal de confecciones y permitirá la aparición de manifestaciones artesanales de gran calidad (…) de este modo, la textilería se desarrolló de manera extendida en los diferentes asentamientos rurales y semiurbanos de la región (…)” (Osorio, 2006 en Naranjo y Mekis, 2011) Según las autoras mencionadas, la tradición textil hace evidente la herencia cultural, como los nombres de ciertas partes y herramientas que componen el telar que provienen del mapudungún, y aunque en los tejidos de Patagonia no se encuentran los mismos símbolos, sí existe relación en la funcionalidad de los tejidos. "(…) la pelera o chañu, la kutama o maleta, el pontro o frazada, la matra, la manta y la trarûchiripa o faja. Desde la cotidianeidad araucana traspasaron generaciones y viajaron kilómetros y kilómetros para instalarse hace ya varias décadas en las casas australes, fundiéndose definitivamente en la tradición campera de la Patagonia (…) (Naranjo y Mekis, 2011, p.30). El trabajo textil desarrollado en la región de Aysén desde sus inicios fue transformándose y adquiriendo características de acuerdo al hábitat y las formas de vida de las comunidades de Patagonia. Dejando de utilizar los símbolos de la cosmovisión mapuche. Desarrollando un tejido sobrio, dotado de combinaciones de colores extraídos de la naturaleza y hechos rápidamente para la necesidad de abrigo. "(…) Este nuevo núcleo artesanal austral generaría una textilería con características particulares tanto en la dimensión técnica (desarrollo y uso de herramientas, técnicas de hilado, urdido y tejido), como en la dimensión simbólica y funcional de las piezas textiles (denominación, carga simbólica y uso de los diversos tejidos) (…)”. (Osorio, 2007 en Naranjo y Mekis, 2011, p.30) Las madres y abuelas son quienes transmiten el conocimiento a sus hijas y según Naranjo y Mekis (2011), el aprendizaje era visual, ya que las niñas observan como sus madres y abuelas hilan y tejen frente a ellas. Esto comienza entre los cinco y seis años, donde comienzan a hilar como si fuera un juego. Para luego pasar al nivel de tejer con palillos, croché y por último el telar. Lo que concluye con la confección de sus propias piezas, en un principio para ayudar a sus madres en las tareas domésticas o para la venta, luego cuando se emparejan y se van de sus hogares, emprenden su propio camino como artesanas. "(…) Forman su hogar y dentro de él un nuevo espacio para el trabajo textil, sus maridos les construyen muchas veces su primer telar y con la llegada de los hijos vuelve a empezar el ciclo formativo (…)". (Naranjo y Mekis, 2011, p.31) Dentro del sistema en general de la confección de telares existen las mujeres que hilan y tejen o quienes llevan a cabo solo una de las prácticas, por lo que existirían las hilanderas y tejedoras, las primeras realizan la faena de escarmenado, lavado e hilado de la lana para posteriormente vendérselas a la tejedoras, cuestión no menor ya que este trabajo es de mucho esfuerzo y paciencia. Según la investigación de las autoras, las mujeres hilaban mucho más que en la actualidad, llegando a haber más hiladoras que tejedoras. "(…) Cuentan que durante el año había concursos de hilanderas, muy populares en su época. Si bien hay lugares del sur donde aún se siguen practicando, no consiguen el mismo nivel de participación y entusiasmo de antes. El concurso se realiza entre varias hilanderas, ganando la que antes termina de hilar un ovillo (…)". (Naranjo y Mekis, 2011, p.31) La textilería en la Patagonia como indican las autoras, tiene sus propios tiempos, existiendo momentos del año idóneos para cada actividad que requiere el sistema en general. La organización es la siguiente: "(…) Entre Noviembre y Enero se realiza la esquila de las ovejas a manos de los hombres de la familia, quienes cortan el pelo que posteriormente se convertirá en lana. El lavado de la lana se deja para el verano, aunque si el tejido apremia se puede lavar en cualquier época del año. El hilado se hace durante todo el año pero el invierno resulta ideal; hay más tiempo para dedicarse a la lana ya que la nieve hace imposible el trabajo en el campo. Por último, está el tejido que, al igual que el hilado, aumenta su actividad en el invierno cuando el frío invita a quedarse en casa y la escasa luz natural extiende el tiempo libre (…)"(Naranjo y Mekis, 2011, p.35). En un documento elaborado por SERCOTEC (1988), se menciona la textilería como el rubro artesanal predominante en la región a partir de la elaboración de medias, frazadas, mantas, suéteres y gorros. “(…) De este modo, la textilería se desarrolló de manera extendida en los diferentes asentamientos rurales y semiurbanos de la región y actualmente se constituye en la principal manifestación artesanal de Aysén, si se considera la gran cantidad de cultoras y la importante variedad de objetos confeccionados (…)” (Osorio, 2006, pp. 44-45). Se considerará como artesanos, aquel o aquella capaz de transformar la materia prima, elementos naturales de la tierra, utilizando principalmente sus manos, las cuales apoya con herramientas e incluso medios mecánicos. Generando productos, utilitarios, artísticos, culturales, funcionales, tradicionales, simbólicos que se consideren socialmente significativos. Práctica: La especialidad de Olga Aldauc Barrientos, se relaciona con la curtimbre de cueros, técnica que aprendió de sus padres y que pudo desarrollar y afinar gracias a una maestra en Comodoro Rivadavia, Argentina. Aparte trabaja el hilado y el tejido con lana cruda de oveja, la cual obtiene de los lanares del campo de su pareja. "Una cosa es con lanas industriales y otra cosa es con lanas naturales o sea la lana industrial si uno le pone el cuidado, te queda así como perfecto y la lana rústica, por ser rústica nunca te va a quedar como la industrial". (O. A.). Desde su llegada a Bahía Murta, se ha dedicado a aprender o reaprender los trabajos tradicionales, aunque en Argentina estudió el trabajo de la curtiembre del cuero al mismo tiempo que hilaba, tejía y hacía tapices. "Un curso me llevó al otro y era la misma instructora, entonces esas personas que uno nota que saben de todo, es como que uno no haya como sacarles el jugo y decirles pucha que me enseñe esto, aquello, porque bueno, no todas las veces uno se encuentra con una profesora así, una persona que sepa curtir". Aunque una de las especialidades de Olga, sea el tejido en telar, ella prefiere no tejer en demasía, por sus profundos valores humanos que pudimos dar cuenta mientras conversábamos con ella. Guarda un gran respeto por las mujeres más antiguas que tejen. "Entonces a mí, no me da hacer un poncho por respeto a ellas, entonces más encima ellas venden como barato, entonces yo les digo no, tenés que fijarte que la lana, tu trabajo, el proceso, no podés venderlo tan barato". (O. A.). Ella da cuenta de que las personas venden sus productos muy baratos en relación a todo el complejo y largo proceso que implica cada prenda que se teje, donde algunas personas, externas a la localidad, se aprovechan y compran los trabajos y los revenden a un precio mayor, lo que Olga concibe como una injusticia para las artesanas de Bahía Murta, lo que también se pude observar en otras localidades de la región, donde no existe la demanda para poder vender sus productos a un precio real. "Por respeto al adulto mayor y que esta toda su vida acá y que por ahí esa es su única entrada yo no me dedique al telar (…) uno también va a llegar a esa edad y sería feo que otro llegue y se aproveche de la situación de algunos temas de ignorancia de uno". (O. A.) Se ha dedicado a hacer tapices entre otras prendas que tienen la misma técnica, la idea es no competir con el trabajo ni quitarles el cliente a las otras tejedoras. Desde que se dio cuenta de esto, es que comienza a fabricar tapices decorativos con palos de río y semillas de la zona, como una forma diferente de trabajar la lana. Olga, teje labores o guardas como le llama ella, que son representaciones simbólicas de la cosmovisión de los pueblos indígenas de Patagonia, tanto mapuche como tehuelche, las cuales son tejidas en la indumentaria tradicional como también en artesanías tanto en Chile como en Argentina. "Yo creo que debo tener una semilla de mapuche, indio, porque suponte que yo tejo las guardas, todo ese tipo de cosas, pero siempre me interesó que significa una guarda, suponte que una profesora en Catamarca, una provincia muy rica en cultura, pero es una provincia pobre, ella nos decía se debe respetar el tema de usar cosas con guardas, el hecho de conocer el significado de las guardas, el significado de los símbolos que contienen, por ejemplo yo te regalo una faja con guarda supuestamente para un hombre y con un símbolo soy fértil, estoy en edad de procrear o sea tú la vas a usar porque tú tampoco sabes nada, pero si tú te encuentras con alguien que sabe, le estas faltando el respeto a esa persona, entonces eso es lo que yo siempre trate de saber (…) si yo hago una labor de esas, me gusta saber que tu también sepas lo que significa, porque para que no estés usando algo que le pueda faltar el respeto a la cultura". (O. A.). Con espíritu innovador y con ganas de transmitir su conocimiento, Olga recicla todo lo que se pueda transformar en algo útil, como las camisas que convierte en bolsos y todo tipo de ropa que ya nadie quiera utilizar, las hace cobertores y confecciona su propia ropa. "Somos una generación, suponte la mía que cuando éramos chicos nosotros íbamos a comprar con una pilgua que te duraba toda la vida casi, no sé, años te duraba y hoy tu vas a un comercio y compras diez artículos y te dan diez bolsas de nylon, a mí eso me desespera me entra como en fobia, en bronca en asco, no sé, un sentimiento (…) y a raíz de eso yo empecé también a reciclar ropa a fabricar mis propias bolsas y yo creo que si es una generación que encontró el planeta de una manera, debemos ser la misma generación que los debemos dejar por lo menos mejor de lo que lo encontramos (…) yo soy la misma generación que usaba bolsas para ir a comprar y por qué ahora soy la misma generación que si tengo un comercio le doy bolsa de nylon, no (…) a raíz de eso yo hago todo reciclado, bolsos, carteras, todo, todo lo que se cruce (risas)". (O. A.). En la actualidad, sueña con un proyecto de construir, junto a su pareja, un bosque tallado que compara con el que se encuentra en la localidad Argentina de El Bolsón. FUENTES:  Galindo L. (2004). Aisén y su Folclor, Fondo Regional de las Artes y la Cultura, Coyhaique Patagonia Chilena.  Osorio, M. (2006). He de Hablar con Ciertos Muertos. Revista de Antropología Visual Nº 8, Santiago, diciembre de 2006.  Naranjo, J. y Mekis C. (2011). Telar Patagón, una guía para principiantes. FONDART, CNCA. Coayhaique Patagonia Chilena

  • Identificador SIGPA: CI1502
  • Fecha de registro: 22-08-2013
  • Tipo: Cultor individual
  • Género: Femenino
  • Comuna: Río Ibáñez
  • Region: Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo
Ubicacion