Nuvia de Lourdes Muñoz Téllez
Río Ibáñez, Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo

Antecedentes biográficos: Nuvia de Lourdes Muñoz Téllez, nació un 15 de enero de 1957 en la localidad de Puerto Aguirre, poblado ubicado en la zona litoral de la región de Aysén, al sur del archipiélago de las Islas Huichas. Ese mismo año sus padres llegan desde Melinka a la localidad en busca de trabajo. "Mi papi era buzo mariscador, llegó de Melinka". (N. M.). Vivió hasta los catorce años en Puerto Aguirre, donde estudió hasta tercero básico. El año 1974 sus padres se trasladan a Bahía Murta a trabajar en la construcción de un muelle en el sector que en la actualidad se denomina Murta Viejo, que es lo que quedo después del desastre provocado por el río El Engaño. "De buzo vino a hacer el muelle, al otro lado al pueblo viejo (…) un muelle particular que lo hizo un turco de Chile Chico (…) un caballero Nacib, porque él tenía aserradero, para adentro, pal engaño pa’ dentro y tenía que hacer un muelle pa’ sacar la madera y llevarla a Chile Chico, porque ese turco tenía barcos y de ahí trajo a mi papi para que haga el muelle y lleguen los barcos y saquen la madera que bajaban del aserradero (…) ahí mi papá perdió todos sus dedos, enterrando una biga". (N. M.). En esos años la cuenca del Lago General Carrera, tenía mucho más movimiento que en la actualidad, ya que al no existir la Carretera Austral, el lago cumplía la importante función de comunicar a la mayor parte de los sectores de la cuenca y más allá de ésta. Por lo conocimientos de su padre en carpintería y la gran demanda de trabajo que existía, se fueron quedando en el pueblo. "Nos quedamos (…) él era maestro, hizo pasarelas en Tranquilo armó el puente (…) pa’ cruzar el río, ahora no po’, ahora hay el tremendo puente (…) él trabajaba, buscaba gente y trabajaba". (N. M.). Nuvia, sólo se quedó un año en Bahía Murta, ya que a los quince años viaja a Chile Chico en busca de trabajo para apoyar económicamente a su madre, que había quedado sola criando a sus hijos, por el hecho de que su padre se ausentaba por años completos. "Mi papá se tiro medio loco, iba pa’ un lado iba pal otro y dejaba a mi mami sola, con cuatro hermanitos más chicos, los cuatro menores (…) salía no más, se iba a Puerto Aguirre a trabajar allá, solía estar un año, dos años, no le mandaba plata a mi mami, mi mami entró a trabajar por el mínimo en la escuela, era auxiliar de la escuela, hacía aseo, tenía que ir todos los días a las ocho de la mañana y cruzar en bote de allá del pueblo viejo paca, en la mañana y en la tarde (…) había una persona que cruzaba pasajeros, no ves que antes no había carretera, nada, la gente que vivía en el pueblo viejo, se trasladaba en bote acá, ahí traían los niños que venían de la escuela, internados". (N.M.). Trabajó de empleada en Chile Chico hasta los 21 años, edad en que viaja a Coyhaique donde se establece por alrededor de catorce años. "Me casé, me separé, me volví a casar y ahora después me casé o sea vivo con una pareja pero ya vivo veintidós años (…) tengo cuatro hijos". (N. M.) De su estadía en Coyhaique, se traslada nuevamente a Bahía Murta el año 1991, pero esta vez con intenciones de radicarse. Ese mismo año su padre fallece, a los 71 años, en un accidente laboral, entregando leña a las pesqueras de la zona litoral. "El doce de agosto, venía con una lancha a entregarles leña a Frio Sur y se dio vuelta y se ahogo, de bueno que era pa’ nadar, era como un lobo pa’ nadar y no se salvo, le dio un ataque llegando a la playa en Chacabuco (…) el corazón no le dio más". (N. M.). En la actualidad Nuvia, vive en un campo cercano a Bahía Murta, en el kilómetro 201 de la Carretera Austral, en el sector El Engaño. Trabaja la lana durante la temporada de invierno y sus huertas durante la temporada de primavera y verano. Antecedentes de la especialidad o práctica: Contexto: Textilería Según Galindo (2004), el comportamiento folclórico de los sogueros (arte en cuero) y tejedoras de la región de Aysén, es particular en sus técnicas tradicionales, aprendidas de manera pragmática, transmitida de padre a hijo en el caso de los sogueros en cuero y de madre a hija en el caso de los trabajos en lana. Este arte folclórico se realiza principalmente con una finalidad utilitaria, funcional, para el uso personal o familiar y como plantea el autor, no tiene pretensiones artísticas, pero en el caso de los artesanos en cuero y lana sí tiene pretensiones comerciales. "(…) Los campesinos de Aysén continental (…) desarrollan la confección de aperos para la cabalgadura y para dominar al ganado, y sus mujeres, tejen en el telar los ponchos, frazadas y peleras, que forman parte también de sus aperos e indumentaria (…)" (Galindo, 2004, p.70) Según Naranjo y Mekis (2011) las mujeres dedicadas al oficio del telar hacen especial hincapié en la dificultad de adaptarse al clima y naturaleza de la zona. Donde el aislamiento y escasez de todo tipo de cosas generaba, y podríamos decir que genera la exigencia del ingenio, el hacer mucho con poco, con lo que se tenga a mano, para la satisfacción de las necesidades básicas. “(…) Esta situación dará inicio a una incipiente industria artesanal de confecciones y permitirá la aparición de manifestaciones artesanales de gran calidad (…) de este modo, la textilería se desarrolló de manera extendida en los diferentes asentamientos rurales y semiurbanos de la región (…)” (Osorio, 2006 en Naranjo y Mekis, 2011) Según las autoras mencionadas, la tradición textil hace evidente la herencia cultural, como los nombres de ciertas partes y herramientas que componen el telar que provienen del mapudungún, y aunque en los tejidos de Patagonia no se encuentran los mismos símbolos, sí existe relación en la funcionalidad de los tejidos. "(…) la pelera o chañu, la kutama o maleta, el pontro o frazada, la matra, la manta y la trarûchiripa o faja. Desde la cotidianeidad araucana traspasaron generaciones y viajaron kilómetros y kilómetros para instalarse hace ya varias décadas en las casas australes, fundiéndose definitivamente en la tradición campera de la Patagonia (…) (Naranjo y Mekis, 2011, p.30). El trabajo textil desarrollado en la región de Aysén desde sus inicios fue transformándose y adquiriendo características de acuerdo al hábitat y las formas de vida de las comunidades de Patagonia. Dejando de utilizar los símbolos de la cosmovisión mapuche. Desarrollando un tejido sobrio, dotado de combinaciones de colores extraídos de la naturaleza y hechos rápidamente para la necesidad de abrigo. "(…) Este nuevo núcleo artesanal austral generaría una textilería con características particulares tanto en la dimensión técnica (desarrollo y uso de herramientas, técnicas de hilado, urdido y tejido), como en la dimensión simbólica y funcional de las piezas textiles (denominación, carga simbólica y uso de los diversos tejidos) (…)”. (Osorio, 2007 en Naranjo y Mekis, 2011, p.30) Las madres y abuelas son quienes transmiten el conocimiento a sus hijas y según Naranjo y Mekis (2011), el aprendizaje era visual, ya que las niñas observan como sus madres y abuelas hilan y tejen frente a ellas. Esto comienza entre los cinco y seis años, donde comienzan a hilar como si fuera un juego. Para luego pasar al nivel de tejer con palillos, croché y por último el telar. Lo que concluye con la confección de sus propias piezas, en un principio para ayudar a sus madres en las tareas domésticas o para la venta, luego cuando se emparejan y se van de sus hogares, emprenden su propio camino como artesanas. "(…) Forman su hogar y dentro de él un nuevo espacio para el trabajo textil, sus maridos les construyen muchas veces su primer telar y con la llegada de los hijos vuelve a empezar el ciclo formativo (…)". (Naranjo y Mekis, 2011, p.31) Dentro del sistema en general de la confección de telares existen las mujeres que hilan y tejen o quienes llevan a cabo solo una de las prácticas, por lo que existirían las hilanderas y tejedoras, las primeras realizan la faena de escarmenado, lavado e hilado de la lana para posteriormente vendérselas a la tejedoras, cuestión no menor ya que este trabajo es de mucho esfuerzo y paciencia. Según la investigación de las autoras, las mujeres hilaban mucho más que en la actualidad, llegando a haber más hiladoras que tejedoras. "(…) Cuentan que durante el año había concursos de hilanderas, muy populares en su época. Si bien hay lugares del sur donde aún se siguen practicando, no consiguen el mismo nivel de participación y entusiasmo de antes. El concurso se realiza entre varias hilanderas, ganando la que antes termina de hilar un ovillo (…)". (Naranjo y Mekis, 2011, p.31) La textilería en la Patagonia como indican las autoras, tiene sus propios tiempos, existiendo momentos del año idóneos para cada actividad que requiere el sistema en general. La organización es la siguiente: "(…) Entre Noviembre y Enero se realiza la esquila de las ovejas a manos de los hombres de la familia, quienes cortan el pelo que posteriormente se convertirá en lana. El lavado de la lana se deja para el verano, aunque si el tejido apremia se puede lavar en cualquier época del año. El hilado se hace durante todo el año pero el invierno resulta ideal; hay más tiempo para dedicarse a la lana ya que la nieve hace imposible el trabajo en el campo. Por último, está el tejido que, al igual que el hilado, aumenta su actividad en el invierno cuando el frío invita a quedarse en casa y la escasa luz natural extiende el tiempo libre (…)"(Naranjo y Mekis, 2011, p.35). En un documento elaborado por SERCOTEC (1988), se menciona la textilería como el rubro artesanal predominante en la región a partir de la elaboración de medias, frazadas, mantas, suéteres y gorros. “(…) De este modo, la textilería se desarrolló de manera extendida en los diferentes asentamientos rurales y semiurbanos de la región y actualmente se constituye en la principal manifestación artesanal de Aysén, si se considera la gran cantidad de cultoras y la importante variedad de objetos confeccionados (…)” (Osorio, 2006, pp. 44-45). Se considerará como artesanos, aquel o aquella capaz de transformar la materia prima, elementos naturales de la tierra, utilizando principalmente sus manos, las cuales apoya con herramientas e incluso medios mecánicos. Generando productos, utilitarios, artísticos, culturales, funcionales, tradicionales, simbólicos que se consideren socialmente significativos. Horticultura Las semillas y frutales llegaron mezcladas con el equipaje de los primeros que arribaron a la región, el conocimiento de lo inhóspito era advertido a través del boca a boca y de los primeros hombres que llegaron quienes avisaban a sus mujeres (las que se encontraban en el continente) que debían tomar providencias. Por otra parte quienes no estaban prevenidas llegaban y se encontraban con la escasez de alimento, por lo que se debió recurrir a la compra de semillas en las localidades más cercanas ubicadas en territorio Argentino. Como también al encargo de semillas a comerciantes que las traían desde el norte del país. Según Ibieta et al. (2013) la huerta llego a la región como una extranjera que debió luchar por ser aceptada y valorada. Transmitiéndose entre pobladores/as, donde la práctica-error se volvió parte fundamental en el desarrollo de la huerta en el clima hostil de la región. De esta forma se fueron identificando las posibles hortalizas a cultivar en cada zona y por ende adecuando las semillas. Y no tan solo en la ruralidad sino que también en los centros urbanos, desarrollándose una cultura de la huerta a nivel rural-urbano. Práctica: Aunque su madre hilaba y tejía, ella no le entregó el conocimiento a su hija, más bien Nuvia, aprendió cuando se trasladó a vivir al campo en el sector El Engaño de Bahía Murta, ya que al existir ovejas, hay lana que debe ser trabajada, entendiendo que el trabajo en lana o la transformación de éste producto, es una labor casi obligada en los trabajos del campo en la región de Aysén, teniendo en cuenta la funcionalidad de este material en la confección de prendas de vestir, elaboración de ropa de cama, como frazadas, almohadas, colchones, entre otros producto producidos con lana. "Mi mamá hilaba y tejía cuando llego acá, igual de eso se ganaba sus pesitos, porque acá no había gente que teja e hile (…) pero yo aprendí sola cuando me junté a vivir con mi marido que tengo ahora, cuando me fui al campo me puse a hilar, como tenían ovejas, tenían lana, así que ahí empecé a hilar, de a poquito (…) como obligación tenía que hacerlo, porque le hacía la ropa a los hijos, medias pa’ mi suegro pa’ mi marido y después ya empecé a vender, hacer chombas, medias de lana, vendía lana hilada también, a todo eso me dedicaba". (N.M.) Una de los trabajos que implica la lana es la esquila, la cual principalmente la llevan a cabo los hombres de la casa, pero Nuvia nos comenta que es parte de toda la cadena de producción de la lana, desde la esquila, pasando por el lavado, escarmenado, hilado y teñido de ésta, hasta el tejido, por lo que conoce muy bien el proceso completo. "La lana hay que secarla, cuando uno esquila por si la lana tiene mucha grasa y está mojada, así que hay que dejarla ventilar afuera, hay lana que la hilo sucia, sin lavarla y la que lavo es la que voy a teñir, la lavo y la tiño, pero la otra la hilo así, que queda más fácil para hilarla, uno va estirando no más (…) tiño con anilina, raíces, hojas, cortezas de árbol". (N. M.). Para la confección de unas medias, es necesario una husada de lana o sea un huso lleno de lana (Instrumento manual, generalmente de madera, de forma redondeada, más largo que grueso, que va adelgazándose desde el medio hacia las dos puntas, y sirve para hilar torciendo la hebra y devanando en él lo hilado.), lo que depende del tamaño del huso, que generalmente puede acumular 200 gramos de lana. El tiempo necesario en confeccionar las medias, en el caso de Nuvia, es un día de invierno, temporada en que las noches son más largas y el frío no permite llevar a cabo mayores trabajos en el exterior, por lo que en el campo las mujeres hilan y tejen mientras que los hombres trabajan el cuero. "Porque siempre empiezo a trabajar a hilar, tejer, a las dos de la tarde más o menos, hasta las doce de la noche, tejo un poquito, descanso, me dedico a terminar un par de medias de lana, igual que para hilar un huso de lana son dos días". (N. M.). Es posible comprender el tiempo de trabajo que requiere la confección de un par de medias de lana, entendiendo que es necesario, aparte de esquilar, lavar y escarmenar, hilar un huso de lana, lo cual tiene un tiempo aproximado de dos días, más la confección de la pieza, son aproximadamente tres días de trabajo. Lo que hace que cualquier prenda confeccionada con lana natural de oveja, tenga un valor mayor comparado a lo que es confeccionado a nivel industrial. Nuvia, además de trabajar la lana, principalmente durante la temporada de invierno, se dedica al trabajo de huertas, el cual lleva a cabo durante la temporada de primavera - verano. "Mi quinta, mis invernaderos (…) hasta abril y mayo ya empiezo con mi lana, en el verano hilo cuando tengo tiempo, casi tiempo no tengo". (N. M.). El conocimiento en huertas, al igual que la lana, lo aprendió desde su llegada al campo donde le enseñó su suegro, hombre de origen chilote con gran conocimiento en siembra. "Aprendí todo acá, si yo allá lo único que sabía hacer era salir a pescar y mariscar, Puerto Aguirre, allá no se siembra, es bien raro la gente que siembra (…) igual que acá, hay gente que tiene tremendos campos y no siembra ni una mata de lechuga, no les gusta si a todos no les gusta la tierra". (N. M.). Las semillas las compran en Coyhaique, como también a través del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) y las que va guardando año a año de su producción. "Acá se da de todo, zapallos, tomates, yo ahora hasta mayo tuve tomates, de esos tomates cherry, en mayo se me terminaron, da de todo (…) zapallo italiano (…) cebolla, tengo una cebolla chiquitita de escabeche". (N. M.). Produce sus verduras tanto en invernadero como en quinta, ésta última es de aproximadamente cincuenta por cincuenta, en la cual siembra repollo, coliflor, habas y arvejas. El trabajo en estos dos sistemas los lleva a cabo principalmente sola, ya que a su pareja no le gusta el sistema de las siembras, éste, sólo siembra papas que son una alimentación primordial durante las temporadas de invierno. "Tengo semillas de papa que he rescatado de la gente antigua, tengo varias variedades de semilla digamos de esas papas chuni que se llaman esas largas, tengo como cuatro variedades, esas se ocupaban antes, pero después se perdió, yo una vez fui a una feria en Coyhaique y después encontré, el año pasado fui a Chiloé igual traje más variedades". (N. M.). La tierra la da vuelta con pala, lo que se llama puntear. En agosto ya comienza a arreglar la tierra para su quinta y nos comenta que sus invernaderos ya están listos para la temporada, aunque estos tienen lechugas durante la mayor parte del año, como también almácigos que prepara para la siembra de la quinta, que ella misma trabaja. "Voy por pedazos, en la mañana salgo a las ocho y ya, voy a puntear tanto y después tengo que entrar a hacer mi almuerzo". (N. M.). Nuvia, nos indica que todo va en el abono orgánico y que ella no utiliza fertilizante químicos en sus siembras. "Yo no uso fertilizante, hago abono orgánico, con hojas, abono de corral de oveja y eso hago montones así, voy poniendo toda la hoja, las hojas de repollo que no sirven, todo así y después la tiro (…) yo no uso nada que sea fertilizante químico, porque no es bueno, eso trae enfermedades y ahí produce el cáncer (…) mi riego no es con agua desinfectada, es agua natural, de arroyo, yo tengo una vertiente que baja del campo, me sirve pa’ riego". (N. M.). Las verduras que produce tanto en su invernadero como en su quinta, las vende en un negocio de la localidad y cuando hay rodeos hace feria en éste. Además tiene un puesto a orilla de la Carretera Austral, donde vende sus productos a los turistas durante la temporada de verano, donde además de ofrecer sus verduras, también elabora dulces con frutas de la zona. FUENTES:  Galindo L. (2004). Aisén y su Folclor, Fondo Regional de las Artes y la Cultura, Coyhaique Patagonia Chilena.  Ibieta, V. y Ulloa, A. (2013). Antiguos Saberes Para Nuevos Semilleros, Mirada femenina del cultivo de la huerta familiar en Aysén, Fondo Nacional de Desarrollo Cultural Regional. Coyhaique Patagonia Chilena.  Osorio, M. (2006). He de Hablar con Ciertos Muertos. Revista de Antropología Visual Nº 8, Santiago, diciembre de 2006.  Naranjo, J. y Mekis C. (2011). Telar Patagón, una guía para principiantes. FONDART, CNCA. Coayhaique Patagonia Chilena.

  • Identificador SIGPA: CI1500
  • Fecha de registro: 21-08-2013
  • Tipo: Cultor individual
  • Género: Femenino
  • Comuna: Río Ibáñez
  • Region: Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo
Ubicacion