Emilio Hernán Villanueva Arriagada
Valdivia, Los Ríos

Emilio Villanueva Arriagada tiene 63 años y es el mayor de sus hermanos, vive con su pareja de 58 años que trabaja en Valdivia.

Vive en el mismo sector de sus hermanos, posee una vivienda propia y es heredero de las tierras en las que actualmente vive con sus hermanos.

El oficio de la caprintería de ribera lo aprendio al igual que la mayoría de sus hermanos, mirando a otros carpinteros de ribera, que celosamente nunca les enseñaron el oficio, si no que ellos aprendieron mirando y practicando, ensayo y error logrando perfecionar su técnica.

No solo se dedicaban a mirar a otros carpinteros de ribera, sino que también a ver distintas embarcaciones, copiando modelos y muchas veces mejorandolos.

En la actualidad Emilio Villanueva trabaja en conjunto con sus hermanos, a diferencia de su hermano Emilio que es el único que trabaja solo, aunque igualmente requiere de ayudantes.

Benito domina toda la labor de la carpintería de ribera, puede comenzar y terminar una embarcación sin mayores problemas ya que posee en conjunto con su hermano Emilio y Ernesto todo el conocimiento sobre el oficio de la carpintería de ribera.

Las etapas de construcción de las embarcaciones que domina son las siguientes:

1- Definición del diseño de la embarcación en conjunto con quien la solicita.
2.- Reunión de las maderas que se utilizarán en el proceso.
3.- Construcción de obra viva o el casco de la embarcación y que será la que esté en contacto directo con el agua.
4.- Unión de la quilla (columna) con la roda y los codastes de proa y de popa


La construcción de obra viva o el casco de la embarcación es lo primero que se hace y consiste en: la
selección de la quilla, roda, codastes y las plantillas adecuadas al pedido.

La unión de la quilla (columna) con la roda y los codastes de proa y de popa ayudados de las plantillas para observar su correcta ubicación y centrado. Posteriormente se instalan las cuadernas (costillas) y los tablones laterales. Durante todo el proceso se ha calculado, medido, presentado, instalado y acomodado (cepillado u otra acción) cada una de las piezas de la embarcación, las que han ido siendo sujetadas mediante prensas y sargentos, ensambladas según corresponda o clavadas y remachadas con clavos y cabezales de cobre.

Luego se procede a instalar el forro con tablas normalmente de Ciprés de las Guaitecas o macrocarpa o en su defecto otra madera nativa como Mañío. Cada pieza se introduce en sendos cilindros de fierro rellenos con agua, los que en posición diagonal son expuestos al fuego directo haciendo hervir la madera por al menos media hora. Aún calientes, se procede a colocar entre dos personas cada una de estas piezas de madera a lo largo de la estructura de la embarcación que ya posee una arquitectura y diseño definido al cual se acopla la pieza de madera, que posee ahora la flexibilidad suficiente como para seguir la horma sinuosa de la nave sin quebrarse, fijándose con clavos de cobre a la estructura base.

Una vez terminado el casco se procede al calafateo de la embarcación, que consiste en el sellado de los espacios que hayan quedado en la unión de cada pieza del forro que entrará en contacto con el agua mediante la incorporación a presión de una piola de algodón denominada pabilo. Antiguamente se utilizaba estopa de alerce para calafatear las naves. Luego del clafateo se sellan las uniones con masilla epóxica, la que una ve seca se procede a lijar y emparejar para finamente darle varias manos de pintura especial, terminando de esta forma con el sellado del casco de la embarcación.

Después de terminado este proceso comienza la construcción de la obra muerta como se denomina a todas las secciones que no están en contacto directo con el agua: cabinas, cubierta, espejo y otras. Fialmente se procede a “botar” la embarcación, es decir, llevarla e introducirla en el río por donde luego llegará a su destino final. Este proceso es siempre un evento grupal y comunitarios que va siempre acompañado de algun rito de “bautizo” de la nave y de una serie de maniobras mecánicas que permitan desplazar por tierra la nave, generalmente es tirada a pulso o con la ayuda de una yunta de bueyes. Ahora la embarcación ya está lista para el servicio.

El diseño de cada nave se realiza en función del uso al cual se destinará y las condiciones de navegación que deberá enfrentar. Para ello es fundamental la experiencia náutica de los propios maestros y de su conversación con los propios dueños de la embarcación.

La carpintería de ribera es un oficio tradicional que posee una antigüedad milenaria, desde el momento en que los grupos culturales humanos de los cinco continentes comienzan la odisea de construir embarcaciones que surcarían ríos, lagos, mares y océanos por prácticamente todo el planeta.

En el caso particular de nuestro país, la historia de la construcción y uso de embarcaciones se remonta a los pueblos originarios que habitaron este territorio desde tiempos inmemoriales. En la zona sur y extremo sur existe clara evidencia de las notables embarcaciones denominadas dalcas que utilizaban los Chono y Kawesqar desde tiempos precolombinos.

A partir de la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, la actividad náutica y la carpintería de ribera se fue transformando en un oficio que mezcla virtuosamente los conocimientos previos locales respecto de las condiciones de los mares, canales y fiordos australes junto al detallado conocimiento de las maderas de los bosques nativos, con la tradición europea, fundamentalmente la española. Siglos más tarde (s.XIX y XX) se sumará la tradición alemana con la instalación de varios astilleros y la creciente flota marítima asociada al desarrollo industrial.

Es así que la carpintería de ribera ha sido un oficio practicado y desarrollado sistemáticamente en nuestro país, contribuyendo enormemente al desarrollo de la cultura y economía local e incorporando maderas nativas y conocimientos locales en sus procesos .

Tales embarcaciones son fabricadas tradicional y principalmente con maderas de especies nativas propias de los ecosistemas boscosos de la selva valdiviana, tales como Pino Lleuque, Lingue, Mañío, y Coihue, antiguamente se utilizaban Ciprés de las Guaitecas y Alerce sin embargo, hace más de 10 años que ya no se utilizan por su sobre explotación, ya no se encuentra a la venta.

Benito señala que sus practicas como cultor se ha visto intervenida por el uso de nuevas tecnologías que han permitido mejorar su trabajo con respecto a lo que hacian en una primera instancias en la elaboración de embarcaciones.

Si bien no han cambiado sus modelos han facilitado las terminaciones, que antes se mostraban un poco más rusticas, al utilizar herramientas manuales como cepillo, serrucho, lija, etc.

  • Identificador SIGPA: CI3184
  • Fecha de registro: 30-05-2018
  • Tipo: Cultor individual
  • Género: Masculino
  • Comuna: Valdivia
  • Region: Los Ríos
Ubicacion
Fotografías