Edith Ceferina Soza Romero
Artes Plásticas / Herrería
Arica, Arica y Parinacota

Edith Ceferina Soza Romero es una artista de origen aymara del norte de Chile, destaca por ser artífice del metal, escultora y académica de la Universidad de Tarapacá. Nacida en Codpa, hereda la constancia y la capacidad creadora de sus antepasados, de su etnia, con la enseñanza formativa en la ex Universidad de Chile, sede Arica, desarrolla al máximo esta técnica dirigida por el connotado maestro don Pedro Bascuñán Acevedo, quien desde sus inicios conoció las cualidades innatas de Edith para orientarla hacia la monumentalidad, potenciando su identidad cultural.

Hace más de 40 años que las manos de Edith Ceferina crean rostros y figuras antropomórficas en diversos metales, los cuales a golpes y fuego terminan como bellas obras de arte con identidad cultural. Esta mujer del norte de Chile, que trabaja el arte andino contemporáneo, es única en su género, pues forjar el metal con las técnicas que ella atesora, no es parte del conocimiento masivo de otros artistas que se acercan a esta línea.

Edith se nutrió del contexto en que ella habitó cuando niña, en Codpa, en la quinta Santa Elena donde nació, empapándose de las historias de los arrieros, jugando en la tierra, viendo nadar los renacuajos y registrando el aroma de los naranjos. Casi no tuvo contacto con la ciudad hasta los ocho años, cuando obligadamente tuvo que viajar a Arica con la familia, ya que sus numerosos hermanos tenían que seguir su tránsito por la educación media.

Como buena descendiente de una familia de artistas, su pasión fue dibujar, en la tierra, paredes, cuadernos y todos los soportes materiales que estaban cerca. Así fue como se inscribió en la universidad, inaugurando la recién creada carrera de artífice, que inicialmente contó con dos alumnos, ella y un seminarista.

Su pasión por trabajar el metal, sin ruido más que el provocado por sus martillos circulares y el soplete emanando fuego, se origina en esa niñez rural donde jugó siempre con barro, por eso la cerámica no fue de su interés; tampoco la pintura, ya que sus dibujos estamparon furtivamente hasta las paredes ajenas. Ver los metales, fundiéndose a 600 grados, para ella fue fascinante y algo nuevo que siguió habitando su humanidad el resto de su vida.

Sus primeras obras fueron joyas esmaltadas, después aprendió el repujado sobre relieve, que está en peligro de extinción, pues casi nadie a lo largo de esta delgada y larga franja terrestre lo desarrolla. Más extraño aún es que este trabajo arcaico —como ella lo declara- lo realice una mujer. En esta vida vertiginosa, el tiempo es uno de los temas a considerar, ya que en un cuadro mediano se puede tardar hasta tres meses.

Los materiales que usa para darle forma al repujado son el cobre, bronce, aluminio, fierro, alpaca y plata. Usa sopletes con los que tiene que quemar los metales al rojo, una y otra vez para que vuelvan a ser maleables, ya que con los golpes se endurecen. Este proceso involucra mucho tiempo y es una de las razones por las que nadie realiza este arte en gran parte del país.

Para el repujado tiene que usar martillos de todos los tamaños, los cuales primero debe redondearlos para que no lastimen el metal, no hay ningún implemento que no se haya adaptado a la necesidad. Es así como extiende el metal a volúmenes insospechados, al usar el soplete más veces de lo estimado, ya que no es capaz de forjarlo con la fuerza de un hombre, situación que se convirtió en una ventaja, trabajando con el calor del fuego mano a mano.

En Arica, el clima también ha jugado a su favor, ya que trabaja hasta altas horas sin temor al frío. Esmeril, guillotina, pulidores para sacar brillo adaptados con pañetas, máquinas para soldar, taladros eléctricos para hacer orificios y calados, son parte de su vida cotidiana.

Actualmente, el repujado en metal, una técnica que se desarrolló en gran parte del continente americano, está en manos de esta artista ariqueña, la cual preocupada de dejar este legado como patrimonio a la comunidad, imparte clases traspasando sus conocimientos paso a paso. Primero enseñó el esmaltado, luego metal y madera, tanto en la Universidad de Tarapacá, como en las poblaciones y en su comunidad natal, donde las distintas aleaciones y el olor de los naranjos se convierten en una unidad, gracias al soplo del fuego.

Edith Soza Romero, es la máxima artista aymara chilena, cultivadora de una técnica ancestral actualizada y desarrollada al máximo, tanto que ostenta el Primer Premio Nacional de Creación Artística en Cobre. Ha expuesto sus obras en Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Francia y España. Al mismo tiempo ha dictado charlas y cursos de esta interesante técnica.

  • Identificador SIGPA: CI2796
  • Fecha de registro: 14-07-2016
  • Tipo: Cultor individual
  • Género: Femenino
  • Comuna: Arica
  • Region: Arica y Parinacota
  • Cultora destacada 2014
Ubicacion
Fotografías