El trabajo en soga es una práctica con influencia indígena y criolla, que utiliza como materia prima el cuero crudo, sobado, y que se asocia directamente a la vida en los campos continentales de Aysén, entre ellos en las comunas de Cisnes, Cochrane, Coyhaique y Río Ibáñez y algunas de sus localidades.

El intercambio con la Patagonia Argentina favoreció la introducción de nuevas técnicas, potenciando una forma de expresión propia, que resultó en que el poblamiento de la región y el desarrollo de las ciudades y localidades, se dio de la mano del trabajo con el caballo y la soga. El “saber hacer soga” nace de la experiencia, el contacto con la naturaleza y el profundo conocimiento de los animales, producto de la observación.

Los sogueros usan técnicas en el trabajo del cuero en que aprovechan al máximo las propiedades mecánicas del material, respondiendo a las exigencias del trabajo con los animales y el clima. Así nacen los aperos en técnicas costuradas, torcidas y trenzadas, siendo las primeras dos usadas en las zonas más secas y las trenzadas, en las zonas más húmedas y lluviosas. La estacionalidad es también un factor importante para el trabajo pues se prefiere el invierno para fabricar soga al lado del fogón.

Los implementos para los caballos que realizan, enorgullecen a sus propietarios, ya sea por su alta respuesta funcional o por ser piezas de lujo con fina terminación y detalles que exigen una gran destreza en la manufactura.

Los sogueros venden sus trabajos principalmente por contacto, son conocidos y trabajan a pedido, aunque también es muy común el intercambio entre pares. Muchos prefieren regalar o intercambiar las piezas a alguien que las valore, antes de bajar su precio que implicaría reducir esa valoración. Se enorgullecen de un trabajo bien hecho, con un sello distintivo, que tenga finas terminaciones y sea resistente.

Los cambios que ha introducido la Carretera Austral en los últimos años, han hecho que la forma de vida en Aysén se modifique, influyendo en la disminución de la demanda del trabajo en soga por la introducción de piezas de materiales sintéticos, migración de los jóvenes hacia las ciudades y la disminución de los terrenos ganaderos y del uso del caballo.

Los sogueros son principalmente hombres residentes tanto en el sector rural como urbano de la región de Aysén. Se reconocen entre sí por el conocimiento adquirido, la trayectoria en el oficio, la vigencia en el trabajo (determinada muchas veces por mantención o cambio del lugar de residencia),  tipos de sogas elaboradas, sello propio en la manufactura, uso de piezas elaboradas, vínculo del soguero con otros rubros de la vida rural como la crianza de caballos, la domadura, formas de comercialización e intercambio de sus productos y el rol del cultor en la preservación del elemento.

El proceso de aprendizaje normalmente comienza en la infancia y se perfecciona paulatinamente a lo largo de la vida en la medida del interés, las necesidades y las habilidades del cultor, gracias al intercambio con sus pares y a la convivencia en las faenas rurales, lo que les permite aplicar a diario el conocimiento adquirido.

En la última década se han sumado al aprendizaje y perfeccionamiento las publicaciones digitales provenientes de Argentina, Uruguay y Brasil, así como también los tutoriales audiovisuales. Sin embargo, estas modalidades son más empleadas por los jóvenes y no reemplazan el aprendizaje experiencial a cargo de un cultor experimentado, siendo más bien complementarias.

Un espacio relevante para el trabajo en soga, además del campo, son los eventos turísticos y actividades locales en temporada estival, como las jineteadas y las fiestas costumbristas, en que sogueros de diferentes edades y procedencia, intercambian conocimientos sobre el tratamiento de materias primas, nuevas técnicas, piezas y diseños, entre otros temas.