El Circo Tradicional en Chile, es una práctica de carácter nacional y se describe como un arte que da cuenta de una identidad propia con gran variedad conocimientos, técnicas, prácticas y tradiciones transmitidos por más de 200 años en el país.  Este modo de vida, asociado a un arte del espectáculo, aun cuando itinera casi todo el año por el territorio, cuenta con una comunidad con una fuerte pertenencia y cohesión, que conforma un espacio cultural único, móvil y dinámico arraigado a la tradición y a la estructura familiar. El Circo Tradicional se estructura en una espacialidad y estética propia, asociada a la carpa, la pista, las casas rodantes y otros aspectos materiales y simbólicos, en un espacio donde coexisten la función y la vida cotidiana, siendo un espacio cultural trashumante.

La práctica se encuentra plenamente vigente, está absolutamente legitimada en el pueblo y resguardada por su comunidad cultora. La comunidad se corresponde con una red de parentesco integrada por clanes familiares, los que pueden conformarse por: familias circenses por derecho propio; quienes no siendo de familias de circo, se emparejan con un(a) circense y por “las cacerolas nuevas”, quienes llegan a ser circenses cuando son parte de la práctica, honran la profesión, respetan la pista y las reglas de esta comunidad. Dentro de los clanes se tiene una alta valoración y respeto por la sabiduría y experiencia de los mayores. La práctica circense se realiza en forma colectiva, ya que la función y el modo de vida se entienden como una experiencia sistémica, aunque también se reconocen prácticas individuales, asociadas a oficios y saberes específicos.  

Las y los circenses son multifuncionales y van cambiando de oficio según la edad. En la comunidad circense hay hombres, mujeres, niñas y niños, quienes realizan la práctica desde temprana edad, asumiendo roles de acuerdo a sus habilidades y vocación. Por ello, en general no hay roles asociados a sexo o edad, más bien se dan por aptitudes, preferencias, capacidades, etc. solo se pueden distinguir “preferencias” no excluyentes, como los magos o payasos, mayormente hombres; o contorsionistas y ballet aéreo, principalmente mujeres. El desarrollo natural al dejar la pista es desempeñarse en labores menos exigentes en términos físicos.

Se estima que existen en Chile sobre 6.000 personas parte de esta comunidad, lo que considera a quienes se presentan tanto en la pista como fuera de ésta. 

La transmisión se da de manera oral, mimética y práctica, en el día a día a través de la identidad y el modo de vida circense. Niños y niñas viven una serie de ritos asociados a su relación con el circo: a poco de nacidos, realizan la “entrada ala pista” o su presentación al circo; cerca de los 5 años realizan el “debut”, su primera presentación en la pista.

El traspaso es intergeneracional por linajes familiares y en formato maestro-aprendiz. Existen variados oficios y hay familias que se identifican con algunas disciplinas específicas: acróbatas, trapecistas, malabaristas, ciclistas, payasos, etc. Esto no limita poder aprender una disciplina con maestros de otros circos. 

La transmisión se da entre circenses y a quien demuestre interés en aprender y ser parte de esta comunidad, adoptando esta forma de vida, por lo que no hay restricción al aprender.

Las redes sociales también juegan un rol en difundir nuevos estilos y prácticas, aunque también cambios socioculturales han influido por ejemplo en la desaparición de algunos oficios, La práctica está vigente y a los(as) jóvenes les interesa aprender pudiendo mantener un estilo de vida que valoran.

  • Identificador SIGPA: E3361
  • Folio: 2019_006
    Investigación
  • Investigación Participativa del elemento "Circo Tradicional en Chile": Ni la frontera, ni la gravedad - U. Alberto Hurtado, 2020
Ubicacion
Fotografías
Cultores individuales (335)
Cultores colectivos (91)