Carpinteros de Ribera de lanchas chilotas
Hualaihué, Los Lagos

La carpintería de ribera de Chiloé es un oficio que deviene de tiempos prehistóricos, siendo la dalca o piragua de tres tablones cosidos el antecedente más remoto. Durante siglos esta carpintería ha dado muestras de ser una actividad vigorosa. Numerosos astilleros se han instalado en forma espontánea en diversos puntos del litoral insular. Algunos de ellos han alcanzado notoriedad y fama, convirtiéndose en verdaderos centros donde se produce lo más excelso de esta disciplina. Uno de estos centros lo constituye la costa de la comuna de Hualaihué, en la provincia de Palena, Región de Los Lagos.

Mucho le debe la economía local a las materias primas ofrecidas por el medioambiente. Pero estas nada hubiesen valido si no fuese por las familias que a lo largo de generaciones han dedicado su esfuerzo y empeño en la construcción de naves menores. De esta tradición provienen maestros como don José Mautor, don Artemio Soto y don Carlos Roberto Vargas (fallecido), tres carpinteros de ribera de Hualaihué que han encarnado lo esencial de la gente que colonizó estas tierras: la versatilidad, porque junto con ser destacados carpinteros de ribera son además navegantes, agricultores, recolectores costinos y pequeños crianceros.

La construcción de una lancha requiere algunas condiciones básicas. Además de conocimientos y materiales, la carpintería de ribera artesanal se practica en instalaciones o talleres llamados astilleros, los que regularmente se organizan en lugares cercanos al mar o con buen acceso a este. El ideal es que el astillero disponga al menos de techumbre, para evitar que los efectos de las inclemencias del clima actúen directamente sobre la embarcación. No obstante, esto no siempre se cumple.

La madera se obtiene generalmente del bosque nativo inmediato, desde donde se recolecta el coihue (Nothofagus dombeyi), el alerce (Fitzroya cupressoides), el mañío (Podocarpus nubigenus), el ulmo (Eucrphia cordifolia) y la luma (Amomyrtus luma). Pero si se trabaja con la mejor madera para entablar el casco, el ciprés de las islas Guaitecas (Pilgerodendron uviferum), este se debe traer desde zonas más australes. Es importante lograr una buena selección de la madera que se va a utilizar en la construcción de una embarcación. Para ello es necesario conocer las propiedades de cada especia arbórea y saber su aplicación.

Una vez que las maderas son seleccionadas y cortadas, debe comenzar el proceso de secado y preparado. Todo esto requiere de tiempo y planificación del trabajo en el ciclo anual de producción. Este proceso no se puede apurar, principalmente el secado de la madera, porque de él depende en gran parte una construcción exitosa.

Terminado el proceso de secado se inicia el trabajo de construcción. Los carpinteros de ribera destacan como asunto principal construir la cuaderna maestra o roda, que junto a la quilla es el fundamento de toda embarcación consistente en la pieza donde la quilla se curva hacia la proa. La curvatura y ángulo de inclinación de la proa dependerá de cómo haya sido ejecutada la roda y de esto dependerá si la lancha remonta la ola o la corta de golpe, cuando la mar está gruesa.

El diseño e instalación de estos segmentos no obedece a medidas preestablecidas, sino al uso de plantillas en las cuales el carpintero ha dibujado las formas que han de tener las piezas de madera. Luego se practican los cortes en ángulos y trazos necesarios para un ensamblaje firme y resistente que garantice la seguridad de la embarcación al navegar con viento y oleaje. Un punto a destacar es la habilidad de los carpinteros para realizar todo tipo de cálculo y diseño tridimensional sin instrumentos de medición.

Tradicionalmente la construcción de embarcaciones se aprende en la práctica, entrando de joven al astillero y siendo parte de él. Hasta la reciente aparición de las escuelas de construcción naval, no existió en la provincia otra manera de transmisión de conocimientos de este tipo de carpintería, como no fuera la práctica cotidiana entre el maestro y su aprendiz. No existía cuaderno ni lápiz para tomar nota, sino capacidad de observación y manualidad, dos condiciones irrenunciables para incorporar conocimientos y llegar a ser un buen carpintero de ribera. En muchos casos, el aprendizaje comenzaba por el interés personal: el aprendiz era quien, siguiendo su motivación, se incorporaba desde muy joven a algún astillero para observar, sin siquiera ser parte del equipo que en él trabajaba.

Reconocimiento Tesoros Humanos Vivos 2014


Se entrega esta distinción a los maestros de Hualaihué por mantener en el tiempo la técnica de construcción artesanal de lanchas veleras chilotas. Su conocimiento y profunda relación con la naturaleza, las maderas, los vientos y mareas, han permitido que los navegantes de la cordillera se trasladen por el mar interior de Chiloé, manteniendo viva la relación y el intercambio con su raíz cultural, la chilota, contribuyendo a expandirla a otros territorios.

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