Agrupación Tamangos del Baker
Cochrane, Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo

Creada el 09 de abril de 2008, cuenta con 25 socias, artesanas.

Como agrupación, en la actualidad se encuentran preparándose para vender sus productos en la nueva feria de Cochrane, gestionada en buena parte por ellas. Ésta tendrá la capacidad para 14 puestos artesanales y 14 puestos hortícolas, lo cual es un ejemplo de los logros que puede generar la asociación, siendo el resultado de un trabajo arduo de este grupo de mujeres, donde han logrado en base a relaciones sociales saludables, objetivos concretos en beneficio de todas.

"Yo antes siempre iba a las exposiciones, llevaba mis cosas sola, después ya habían otras interesadas que querían también, entonces ahí formamos la agrupación" (V.F.)

Por otra parte, como agrupación “Tamangos del Baker”, se les ha permitido viajar por diversas localidades de la región, como Coyhaique, Chile Chico y Villa O’Higgins, dando a conocer su arte y relacionarse con sus pares. En la actualidad, la agrupación la componen 25 socias con diversas especialidades. Está compuesta sólo por mujeres, había un varón que era don Eugenio Márquez, conocido por la confección de cuchillos, pero su mal estado de salud, generó que no pudiera seguir participando.

Contexto:


Artesanía en cuero y tejido a telar
Según Galindo (2004), el comportamiento folclórico de los sogueros (arte en cuero) y tejedoras de la región de Aysén, es particular en sus técnicas tradicionales, aprendidas de manera pragmática, transmitida de padre a hijo en el caso de los sogueros en cuero y de madre a hija en el caso de los trabajos en lana. Este arte folclórico se realiza principalmente con una finalidad utilitaria, funcional, para el uso personal o familiar y como plantea el autor, no tiene pretensiones artísticas, pero en el caso de los artesanos en cuero y lana sí tiene pretensiones comerciales. "(...) Los campesinos de Aysén continental (...) desarrollan la confección de aperos para la cabalgadura y para dominar al ganado, y sus mujeres, tejen en el telar los ponchos, frazadas y peleras, que forman parte también de sus aperos e indumentaria (...)" (Galindo, 2004, p.70)

Según Naranjo y Mekis (2011) las mujeres dedicadas al oficio del telar hacen especial hincapié en la dificultad de adaptarse al clima y naturaleza de la zona. Donde el aislamiento y escasez de todo tipo de cosas generaba, y podríamos decir que genera la exigencia del ingenio, el hacer mucho con poco, con lo que se tenga a mano, para la satisfacción de las necesidades básicas. “(...) Esta situación dará inicio a una incipiente industria artesanal de confecciones y permitirá la aparición de manifestaciones artesanales de gran calidad (...) de este modo, la textilería se desarrolló de manera extendida en los diferentes asentamientos rurales y semiurbanos de la región (...)” (Osorio, 2006 en Naranjo y Mekis, 2011)

Según las autoras mencionadas, la tradición textil hace evidente la herencia cultural, como los nombres de ciertas partes y herramientas que componen el telar que provienen del mapudungún, y aunque en los tejidos de Patagonia no se encuentran los mismos símbolos, sí existe relación en la funcionalidad de los tejidos. "(...) la pelera o chañu, la kutama o maleta, el pontro o frazada, la matra, la manta y la trarûchiripa o faja. Desde la cotidianeidad araucana traspasaron generaciones y viajaron kilómetros y kilómetros para instalarse hace ya varias décadas en las casas australes, fundiéndose definitivamente en la tradición campera de la Patagonia (…) (Naranjo y Mekis, 2011, p.30).

El trabajo textil desarrollado en la región de Aysén desde sus inicios fue transformándose y adquiriendo características de acuerdo al hábitat y las formas de vida de las comunidades de Patagonia. Dejando de utilizar los símbolos de la cosmovisión mapuche. Desarrollando un tejido sobrio, dotado de combinaciones de colores extraídos de la naturaleza y hechos rápidamente para la necesidad de abrigo. "(...) Este nuevo núcleo artesanal austral generaría una textilería con características particulares tanto en la dimensión técnica (desarrollo y uso de herramientas, técnicas de hilado, urdido y tejido), como en la dimensión simbólica y funcional de las piezas textiles (denominación, carga simbólica y uso de los diversos tejidos) (...)”. (Osorio, 2007 en Naranjo y Mekis, 2011, p.30)

Las madres y abuelas son quienes transmiten el conocimiento a sus hijas y según Naranjo y Mekis (2011), el aprendizaje era visual, ya que las niñas observan como sus madres y abuelas hilan y tejen frente a ellas. Esto comienza entre los cinco y seis años, donde comienzan a hilar como si fuera un juego. Para luego pasar al nivel de tejer con palillos, croché y por último el telar. Lo que concluye con la confección de sus propias piezas, en un principio para ayudar a sus madres en las tareas domésticas o para la venta, luego cuando se emparejan y se van de sus hogares, emprenden su propio camino como artesanas. "(...) Forman su hogar y dentro de él un nuevo espacio para el trabajo textil, sus maridos les construyen muchas veces su primer telar y con la llegada de los hijos vuelve a empezar el ciclo formativo (...)". (Naranjo y Mekis, 2011, p.31)

Dentro del sistema en general de la confección de telares existen las mujeres que hilan y tejen o quienes llevan a cabo solo una de las prácticas, por lo que existirían las hilanderas y tejedoras, las primeras realizan la faena de escarmenado, lavado e hilado de la lana para posteriormente vendérselas a la tejedoras, cuestión no menor ya que este trabajo es de mucho esfuerzo y paciencia. Según la investigación de las autoras, las mujeres hilaban mucho más que en la actualidad, llegando a haber más hiladoras que tejedoras. "(...) Cuentan que durante el año había concursos de hilanderas, muy populares en su época. Si bien hay lugares del sur donde aún se siguen practicando, no consiguen el mismo nivel de participación y entusiasmo de antes. El concurso se realiza entre varias hilanderas, ganando la que antes termina de hilar un ovillo (...)". (Naranjo y Mekis, 2011, p.31)

La textilería en la Patagonia como indican las autoras, tiene sus propios tiempos, existiendo momentos del año idóneos para cada actividad que requiere el sistema en general. La organización es la siguiente: "(...) Entre Noviembre y Enero se realiza la esquila de las ovejas a manos de los hombres de la familia, quienes cortan el pelo que posteriormente se convertirá en lana. El lavado de la lana se deja para el verano, aunque si el tejido apremia se puede lavar en cualquier época del año. El hilado se hace durante todo el año pero el invierno resulta ideal; hay más tiempo para dedicarse a la lana ya que la nieve hace imposible el trabajo en el campo. Por último, está el tejido que, al igual que el hilado, aumenta su actividad en el invierno cuando el frío invita a quedarse en casa y la escasa luz natural extiende el tiempo libre (...)"(Naranjo y Mekis, 2011, p.35).

En un documento elaborado por SERCOTEC (1988), se menciona la textilería como el rubro artesanal predominante en la región a partir de la elaboración de medias, frazadas, mantas, suéteres y gorros. “(...) De este modo, la textilería se desarrolló de manera extendida en los diferentes asentamientos rurales y semiurbanos de la región y actualmente se constituye en la principal manifestación artesanal de Aysén, si se considera la gran cantidad de cultoras y la importante variedad de objetos confeccionados (...)” (Osorio, 2006, pp. 44-45). Se considerará como artesanos, aquel o aquella capaz de transformar la materia prima, elementos naturales de la tierra, utilizando principalmente sus manos, las cuales apoya con herramientas e incluso medios mecánicos. Generando productos, utilitarios, artísticos, culturales, funcionales, tradicionales, simbólicos que se consideren socialmente significativos.

Práctica:


Las especialidades de la agrupación Los Tamangos del Baker, son los trabajos que se realizan con lana, cuero y madera, todos éstos intentan rescatar parte de las técnicas utilizadas por los campesinos de la zona Baker, como también reflejar el imaginario existente en tal cultura. Si bien el trabajo en cuero, ha ido disminuyendo por diversos factores, estas mujeres lo han transformado en artesanías que representan los aperos [conjunto de instrumentos y demás cosas necesarias para la labranza (R.A.E., 2013)] a escala, otro es el caso de la lana, que si bien la cantidad de lanares existentes en la actualidad es mínimo en comparación a los años de auge, ésta se ha ido levantando y se encuentra bien representado en las artesanas en lana que participan de la agrupación.

También elaboran productos como mermeladas, bordados, tejidos a crochet, artesanía en pirograbado, pecotras, entre otras.

Fuentes:


- Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española - Vigésima segunda edición, www.rae.es Consultado 15 de Julio, 2013.
- Galindo L. (2004). Aisén y su Folclor, Fondo Regional de las Artes y la Cultura, Coyhaique Patagonia Chilena.
- Osorio, M. (2006). He de Hablar con Ciertos Muertos. Revista de Antropología Visual No 8, Santiago, diciembre de 2006.
- Naranjo, J. y Mekis C. (2011). Telar Patagón, una guía para principiantes. FONDART, CNCA. Coyhaique Patagonia Chilena.

  • Identificador SIGPA: CC2502
  • Documentador: Sebastián Miranda Saavedra / Ximena Mansilla Ossandón
  • Fecha de registro: 02-11-2015
  • Tipo: Cultor colectivo
  • Composición: Femenino
  • Comuna: Cochrane
  • Region: Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo
Ubicacion
Fotografías